27 de julio de 2024

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"Estar en Cannes me garantiza filmar el próximo ovni que tengo en la cabeza"

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Rodrigo Moreno presenta su nueva pelcula en Cannes
Rodrigo Moreno presenta su nueva película en Cannes.

Luego de una explosiva aparición con su primer filme en solitario, «El custodio», que le valió en 2006 el premio Alfred Bauer en el Festival de Berlín, el realizador Rodrigo Moreno, una de las máximas expresiones de un cine argentino personal, a puro riesgo y sin matemáticas de por medio, llega al Festival de Cannes, donde este jueves presenta en premiere mundial «Los delincuentes».

«Llego a Cannes grande, con 50 años y no sé cómo, no llego como una joven promesa sino que se trató de una invitación totalmente inesperada; aunque estoy muy contento con todo lo que hice, si dejamos de lado ‘El custodio’ la verdad es que no me fue tan bien en el mundo de los festivales», cuenta Moreno a Télam en uno de los cafés de una Cannes primaveral, cargada por las prisas de los primeros días de la muestra.

«Llego a Cannes grande, con 50 años y no sé cómo, no llego como una joven promesa sino que se trató de una invitación totalmente inesperada; aunque estoy muy contento con todo lo que hice, si dejamos de lado ‘El custodio’ la verdad es que no me fue tan bien en el mundo de los festivales»

Autor de «Una ciudad de provincia» (2017) «Reimon» (2014), «Un mundo misterioso» (2011) y de los filmes compartidos «El descanso» y «Mala época», Moreno llega a Cannes de la mano de un filme que indaga las cuestiones del doble, el destino y el sueño del ocio, que tendrá su premiere mundial en la prestigiosa sección competitiva Un Certain Regard, con la que Cannes abre sus puertas a las propuestas más innovadoras y arriesgadas, que establecen modos personalísimos de entender la conversación cinematográfica.

«Lo bueno de llegar de esta manera -aclara Moreno- es que llego muy consciente de lo que significa que de pronto te pongan arriba y después te bajen de un plumazo, me pasó con ‘El custodio’, que para todos era una maravilla y después me decían: ‘Ah… ¿filmaste más películas?’, tuve que convivir toda mi vida con esa dicotomía, de modo que sí, está bueno estar en Cannes, es honroso que te seleccionen para esta muestra, más cuando te dicen ‘mirá que vimos 2.000 películas’ y uno piensa que posiblemente hayan quedado mejores películas que la de uno fuera de la selección, pero el hecho de que te pongan en el centro de la escena y te digan que sos genial, ya lo conozco y me genera escepticismo, lo miro con sospecha».

«Lo que más me gusta de estar en Cannes es que sé que me garantiza la posibilidad de hacer mi próxima película y lo que más quiero en la vida es seguir filmando, yo no quiero hacer series ni ser publicista, yo quiero hacer películas y un reconocimiento como estar en Un Certain Regard es de esperar que por lo menos me asegure poder filmar el próximo ovni que tengo en la cabeza», reflexiona.

De «Los delincuentes» se sabe poco, y lo poco que se sabe es mejor no contarlo para no ‘espoilear’ una película que promete su máxima recompensa en la oscuridad de la sala de cine.

De hecho, el elenco que acompaña al filme acá en Cannes la verá en la Salle Debussy por primera vez. La película arrancó antes de la pandemia pero terminó su postproducción en el último suspiro antes de arribar a Cannes.

Trata de dos amigos que trabajan en una sucursal de provincia de un banco y deciden robar de allí el dinero suficiente como para abandonar la condición de asalariados y vivir sus vidas lejos de la rutina y las obligaciones laborales, luego hay sorpresas, cruces de destinos, un amor en las sierras de Córdoba.

-¿Cómo construiste «Los delincuentes»?
-Es un proyecto que tengo hace muchos años, tardé mucho tiempo en entender cómo construir esta historia, y después fueron muchos años buscando financiamiento para hacerla y, después de eso, fueron muchos años para hacerla: estuvimos cinco años filmando, se inició el rodaje en 2018, en 2019 se paró por falta de fondos, en 2020 retomamos y nos agarró la pandemia, seguimos en 2021 y terminamos en septiembre de 2022, fueron cuatro o cinco salidas a filmar, un rodaje muy largo y muy placentero que fue adoptando muchas escalas diferentes, tamaños muy diferentes en términos de producción, por momentos fue una película que la hicimos entre muy pocos. Fue un rodaje muy atractivo para mí como director y me mantuvo muy entrenado durante cuatro años, filmando todos los años. No se parece a nada de lo que hice antes.

-Hecha a lo largo de tanto tiempo, ¿la película fue cambiando en el proceso de rodaje?
-Eso fue lo bueno, lo mejor de haberla hecho en tanto tiempo es que la película empezó siendo de una manera y terminó siendo de otra. Hay algo de la esencia de la película, de la historia que, obviamente permanece, pero la forma y algunos vericuetos de la propia narración fueron encontrando su estado durante el proceso de realización e incluso en el montaje, donde cambié algunas cosas de manera drástica para contar un poco mejor la historia, potenciar algunas cosas y corregir otras. Es una película de tres horas dividida en dos partes y, como te decía, la esencia fue la misma pero sí se modificaron cosas sustanciales y, de hecho, hubiese sido absurdo de mi parte mantenerme en un guion escrito siete años atrás. Uno va cambiando, nos cruzó la pandemia, en la película un personaje sale de cuadro en 2018 y entra en cuadro en 2022, ese paso del tiempo es interesante, la historia transcurre durante 3 o 4 años, en algunos casos nos vimos favorecidos por el paso del tiempo en otros hubo que hacer malabares.

-Imposible eludir el presente cuando se filma.
-Es muy interesante ir acompañando y gestando un proceso a lo largo de tanto tiempo, más en el cine que se debe a su presente, no hay manera de que el presente sea ajeno al cine, uno prende la cámara y lo que está delante es lo que se captura, ese es un presente que va a impactar en todo lo que hagas.

-La película propone más una época que un «ahora».
-Supuestamente transcurre ahora pero en general trabajo zonas un poco indiscernibles, es un ahora del que excluyo las cosas que no me gustan como los celulares, o los autos nuevos, es una cuestión de gusto. Al mismo tiempo es una fábula, si bien cuenta un drama contemporáneo, la idea de poder gestionarse una vida más allá de las dependencias laborales y las obligaciones de la vida moderna, es una fábula: le debe más al cine que a la realidad, juega todo el tiempo con un elemento muy de la ficción, es como abordar cuestiones de la realidad desde un juego de ficción y la idea de los anagramas (los personajes principales se llaman Román y Morán), la duplicidad de los protagonistas, obedece a este juego, como si pudieran ser dos personajes diferentes y al mismo tiempo el mismo y como la posibilidad de dos destinos posibles, en ese sentido la película coquetea con ciertos juegos de ese orden.

-¿Cómo ubicás «Los delincuentes» con películas tuyas anteriores, que novedad te aportó a vos hacerla?
-La película trabaja una zona en la que trabajan casi todas mis películas, la tensión entre el ocio y el mundo del trabajo: en «El custodio» se trabajaba una vivencia casi existencial atravesada por un oficio que implicaba la anulación casi total del ser, un tipo que estaba demandado 24 horas por otro; en «Un mundo misterioso» un personaje a la deriva viviendo un ocio permanente que era un poco el reverso de la película anterior; «Reimon» es sobre una empleada doméstica donde se pone en crisis la idea del uso del tiempo en el trabajo y «Una ciudad de provincia» es un retrato sobre la ciudad de Colón donde, de alguna manera, pongo el ojo en ciertos oficios en extinción y en cierta forma del ocio rural o de ciudad chica, hay como toda una temática que vengo trayendo de películas anteriores, incluso de «El descanso», donde unos tipos que están de vacaciones encuentran un hotel en las sierras de Córdoba que aparece como un lugar idílico.

En «Los delincuentes» retomo todas las cuestiones de mis películas anteriores pero entro a una forma mucho más lúdica, jugando con elementos del cine de género, con gestos que me parece que el cine de hoy esta abandonando, la película se ubica en un lugar como reclamando al cine contemporáneo: «Déjense de boludear», toma elementos de ciertas formas musicales del cine clásico, de la duplicidad, de los fundidos encadenados, con la idea de despegar un poquito de cierta condena realista a la que el cine fue sometido en las ultimas décadas y cierto juego narrativo que el mundo de las series está haciendo desaparecer. Hoy el mundo audiovisual está dominado por las series y ahí lo que único que interesa es poner en marcha todos los trucos necesarios para que veas el próximo capítulo, entrás a una plataforma y ves decenas, y decenas de series que tienen ese único objetivo, entonces yo creo que el cine tiene cierto deber y obligación para equilibrar un poco cierta licuación del gusto del espectador e ir en contra de la estandarización total.


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