9 de octubre de 2024

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Un desierto de ideas

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Jorge Rachid

En años de siembra de odios, denigraciones personales, persecuciones, con un servicio de Justicia cómplice del poder político destituyente y de acciones internacionales destinadas al control político, colonial que establece desde hace décadas la marcha latinoamericana, un hecho innegable es la derrota de la política como herramienta de construcción de soberanía nacional y del modelo social y productivo solidario biocéntrico, que propugnamos desde el peronismo
Sin embargo es claro que parte del movimiento nacional y popular ha caído en la trampa del enemigo, repitiendo la agenda provocadora que diariamente ataca cualquier decisión del gobierno, en todas las circunstancias que se intenta avanzar en desarmar la estructura institucional armada por los enemigos de la Patria. Desde leyes que favorecen las políticas públicas de jubilados y pensionados, hasta los temas de derecho laboral se han transformado en un tiroteo verbal, que invisibiliza el fondo de la política, desde lo internacional a lo estratégico como proyecto de país.
Ese escenario es el triunfo del enemigo, atacar a fondo la identidad y la memoria del pueblo, generando lucha entre pares, seccionando la posibilidad de generar un sentimiento patriótico, que le dé al pueblo argentino la posibilidad de reencontrarse con los compatriotas, que más allá de sus pertenencias políticas, de sus miradas ideológicas, puedan discutir en términos de Patria.
Estos hechos sucesivos en el tiempo, va generando en las nuevas generaciones, una construcción en el pensamiento que responde a la ecuación amor/odio, alejado de principios y valores, de códigos y lealtades que van quedando arrumbadas en el tiempo. Todo es hoy sin un mañana posible, el racismo social como herramienta discriminatoria, la diáspora social basada en el individualismo egoísta, enterrando las utopías y generando angustias del “ser alguien”, en una sociedad insolidaria y un nivel dirigencial que lejos de predicar y persuadir, son propensos a la estigmatización del “otro”, antes que desplegar conceptos e ideas formadores de conciencia colectiva en el pueblo.
No alcanza con plantear la felicidad por ingresos para construir la Patria, es poco como pueblo, casi una reducción a la servidumbre y la sumisión, como forma de control social de la Comunidad. Ese coloniaje es el que impera en nuestros días, que ha disminuido la política, la ha personalizado, como resolución simple, antes que trabajar los temas profundos de la Patria. Es una dinámica que nos lleva a una subordinación plena, a diseños estratégicos del enemigo continental: EEUU que siempre ha estado predispuesto a someter, extorsionar, corromper y cuando eso no alcanzaba procedía “manu militari”, tipo guerra de lV Generación de las guerras Híbridas.
No existen en el debate los temas de la política internacional, ni las reflexiones filosóficas ni históricas resignificadas sobre los escenarios actuales, menos aún sobre encuadres de desafíos estratégicos que presenta el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, en un país fragmentado en lo políticos y atacado en los social.
Menos aún, se presenta la política como herramienta denigrada, es atacada como bastión de defensa de lo antiguo, frente a la ofensiva de los disrruptivos personajes de pantalla boba, armados y financiados por la maquinaria sangrienta de la alianza de Fondos Buitres, diseños del Departamento de Estado de EEUU, sus servicios secretos CIA y NSA además de las amenazas de la lV Flota. Todos estos temas ajenos a la mayoría del pueblo argentino y sus preocupaciones.
Las ideas no son sólo la respuesta a los temas puntuales, sino un conjunto de miradas sobre todo satelitales, sobre el desarrollo futuro de los procesos de construcción política, verdadero motor de las mochilas militantes, llenas de amor, esperanza y utopías que transmiten con alegría al pueblo, el aporte diario a una Comunidad más justa.
El desierto planteado, no pudo ser regado para florecer como esperanza de que crezcan mil flores (Mao) en los años nuestros, aun dando respuestas sociales efectivas poco valoradas, tapadas por un canibalismo salvaje de un internismo que enterró la discusión doctrinaria, la contextualización de la situación planteada, actuando con la foto, antes que analizar la película. Los enemigos son los mismos desde hace décadas, desde el siglo pasado, pero han sido ocultados por esa frivolidad mediática en que se ha convertido la política, que genera un tic tac de respuestas inmediatas carentes de profundidad, adaptadas a los tiempos televisivos antes que a la necesaria tarea de conducción: predicando y persuadiendo. Al no existir profundidad en el análisis, las respuestas en el mejor de los casos son técnicas, difíciles de entender por los legos, lo cual los aleja la información, aunque sea correcta, es ajena a los intereses populares.
Entonces debemos replantearnos las formas de comunicación social que ejercemos como militantes, base misma de la construcción política. Debemos ser capaces, aunque pensemos que somos minorías, en levantar la mirada hacia los temas profundos, estructurales que el enemigo ha dejado minado, para que podamos dar respuestas en los derechos sociales de lV generación que nos permiten, siempre y cuando no afecten los ejes pétreos de los mecanismos de dependencia que han instalado. Ahí comienzan las amenazas, bloqueos, estigmatizaciones tipo “eje del mal”.
Ser revolucionarios no es una mala palabra, como pretende ser presentada por el enemigo, por lo contrario es la idea fuerza que ha hecho de nuestro país una Patria, gracias a nuestros Padres Fundadores, que antes de pensar en lugares institucionales (cargos), pusieron el pecho a las luchas por la liberación nacional sin especulaciones, ni anteponiendo cuestiones personales. Pensar en esos términos nos hace mejores personas, aporta mucho más al Pueblo, que se puede sentir cerca de quienes llevan la palabra cuando quien las expresa se parece al mismo Pueblo al que le habla. Los signos necesarios son humildad, franqueza, verdades compartidas y generando liderazgos locales territoriales que siempre existen y muchas veces son ignorados por quienes llegan a militar al barrio.
La Comunidad Organizada es la llave organizacional de un proyecto de país soberano, es el Pueblo protagonista del poder popular organizado. Pueblo que ha sido bombardeado por el enemigo, que planteó en término binarios la relación con la política, disminuyendo su peso, bajando los pisos de la demanda social a niveles del inicio del siglo XX, ante la carencia de respuestas efectivas del campo nacional y popular. Caer en esa trampa va diluyendo el mensaje y fragmentado la fuerza por ejes falsos dicotómicos, alejados de planteos e ideas comunes de objetivos a largo plazo. La fragmentación es la victoria del enemigo, la unidad es la del campo nacional y popular.
Esa unidad se construye en el tiempo, desde lo institucional, con todos los actores sentados en una misma mesa de decisión, donde estén representadas la mayoría de las miradas posibles en un camino común, que se acuerde y se lo transite desde cada lugar, pero con un destino común de Patria y Pueblo. No alcanza la ingeniería electoral que borra la política, entierra las ideas, personaliza la campaña y despolitiza el mensaje.
Atreverse a romper el esquema planteado por el enemigo, es recuperar el peronismo disrruptivo, enérgico en el combate, convocante a una lucha épica contra un enemigo que viene a quedarse con Patria rendida a sus pies. No es una elección la que decide el camino, es la perseverancia en la lucha lo que la determina y en eso los peronistas estamos entrenados. Somos incorregibles, somos tributarios de una doctrina americana mestiza, criolla, profunda en sus raíces que nos da identidad y preserva la memoria de nuestros ancestros. Esa revolución es la de UN PERONISMO PENDIENTE que queremos transitar como proyecto de vida.
JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org
CABA, 4 de mayo de 2023

BIBLIOTECA
Juan Perón: Actualización Doctrinaria Documental Solana Getino Vallejo
Hernández Arregui: La formación de la conciencia Nacional Ed. Contexto
Mao: Acerca de la práctica a propósito de la contradicción Ed. Siglo XX

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