“Siento que se hace justicia si homenajeamos a nuestras ancestras con nuestra música. Sobre todo, a aquellas que, por esos inabarcables misterios de la vida, han vivido en un espacio-tiempo en el que era muy difícil (por no decir imposible) cuestionar el modelo patriarcal que las limitaba, engañaba, obligaba y/o reducía. Ellas son el punto de partida del cambio que, afortunadamente, vamos experimentando las mujeres hoy. Con todo amor, entonces, suelto este ‘Conjuro Nocturno’ en homenaje a mi abuela Estela y a tantas otras abuelas. A todas ellas… ¡gratitud!”.
Así presentaba una de sus canciones en su canal oficial de YouTube la cantautora, poeta y decimista Griselda Dominelli, una de las exponentes de la nueva generación de mujeres decimistas de nuestro país que continúan el legado de otras que fueron abriendo camino en el universo de la música surera, la poesía popular criolla, la milonga y también de la improvisación poética en público a cargo de las primeras payadoras que se le atrevieron a ese mundo netamente masculino.
La investigadora Beatriz Seibel, en su artículo “Las payadoras: voces de la historia”, publicado en agosto de 1998 por la revista Todo es Historia, daba cuenta de las primeras presencias femeninas en aquel ámbito.
“Victoria la payadora” es la primera de la que se tiene registro en la Buenos Aires de 1813 y, recién en 1895, tenemos a la primera que lo hizo de manera profesional: Aída Reina, discípula del payador Gabino Ezeiza, que tuvo una prolífica y exitosa carrera que incluyó hitos como sus actuaciones en España en 1900.
Ese mismo año, debutó otra de sus alumnas en Buenos Aires María Albana. No fueron las únicas, también Seibel señala como pioneras a Sara Sumiza, Tulia Bautista, María Rodríguez, Ruperta Fernández, Rosa Rodríguez, Pepita Avellaneda y Delia Pereyra.
Cabe mencionar también a otra mujer asociada a la figura de Gabino de la que poco se sabe. Se trata de Matilde Ezeiza, la primera mujer payadora de origen afro argentino, hija natural de Gabino, de cuya existencia da cuenta Norberto Cirio en su artículo “El movimiento payadoresco argentino en perspectivas afro y femenina: Matilde Ezeiza, una ilustre desconocida”, a partir de una única pista que lo llevó a ella: un folleto de su autoría con letras de sus cantos publicado en la ciudad santafecina de Rosario. El título del folleto es “La hija del payador: Hermosa colección de canciones cantadas por Matilde Ezeiza en la tumba de Ezeiza”, editado en el año 1917.
«Soy la morocha que canta / cuando el pesar la acongoja, / soy la que canta una estrofa/dirigida al pampero, / morocha soy no lo niego, / muy bajito es mi color;/ no soy como aquella flor / que por su esplendor domina, / soy la morocha argentina, / soy hija del payador».
Vinieron otras que continuaron su camino bien entrada la segunda mitad del siglo XX hacia el siglo XXI, conquistando nuevos espacios y marcándoles el rumbo con su arte y ejemplo a las generaciones venideras de decimistas, intérpretes y payadoras.
Marta Suint, la defensa de los derechos humanos en décimas
Una de ellas, de enorme relevancia y con más de cincuenta años de trayectoria, es Marta Suint, referente indiscutido de la generación actual que comenzó con tan solo 13 años de edad una carrera que la llevó por escenarios de Latinoamérica como Cuba y México y del mundo como Europa, Australia y Japón.
Señalaba Marta en declaraciones a la prensa “el payador debe defender los derechos humanos, con todo lo que ello implica. Es decir, recordar la triste historia de los desaparecidos, hablar del derecho del peón, del obrero, del jubilado, del niño a tener una buena educación, etc, estando siempre en la retaguardia y denunciando las injusticias”.
Liliana Salvat y las mujeres sin olvido
Todo comenzó cuando Liliana se presentó en un concurso escolar con un poema de su autoría y lo ganó. El poema en cuestión estaba escrito en décimas “Me gustaba la payada, pero en ningún momento pensé que podía terminar como payadora”, contaba en una entrevista Liliana Salvat, quien dio sus primeros pasos en el año 1987 y, desde entonces, forjó una carrera que la coloca junto con Marta Suint como las dos payadoras profesionales más importantes de nuestra región.
Juntas, son coautoras del libro “Mujeres sin olvido”. Un libro con 25 poemas que rinden homenaje a mujeres que tuvieron un rol destacado en diferentes ámbitos, “algunas conocidas y otras ocultas, pero que es importante traerlas a la actualidad con estos poemas, para que sepan que nosotras al menos como payadoras no las olvidamos, por eso el libro se llama ‘Mujeres sin olvido’, expresaban en ocasión de su lanzamiento en 2022.
Salvat, en varias de sus décimas, hace referencia a la búsqueda de la trascendencia del ser humano por sobre cualquier bien material.
«Yo no entiendo la ambición / de algunos seres humanos / que piensan que los gusanos/no entrarán en su cajón? / El dinero es la razón / de toda su vida entera. / Y al final de la carrera/vivirán el desconsuelo /cuando camino del cielo/no tengan la billetera.»
Susana Repetto, “la maestra payadora”
“Era un arte de hombres, había muy pocas mujeres payadoras, entonces por eso lo tenía como algo escondido. Ahora es un orgullo que me digan payadora. Yo pienso que tiene que haber muchas más”, decía esta docente y escritora argentina que lleva varios libros publicados y a la que llaman “La Maestra Payadora”. Con apenas 9 años comenzó trenzando versos junto a su padre payador. Luego de recibirse de maestra, retomó su vocación de payadora. Desde entonces, su figura fue sumando reconocimiento en toda la región con especial devoción de uruguayos y brasileros.
Payadoras y decimistas en el siglo XXI
Desde las primeras payadoras y decimistas del siglo XIX hasta hoy, cada una de ellas ejerció el feminismo en los hechos, irrumpiendo en el espacio de dominación masculina, pero es con el aporte de las cantautoras decimistas y payadoras de la actualidad, que se ha incorporado el discurso feminista a sus versos. Un ejemplo de ello es el manifiesto surgido de la que fuera la colectiva feminista “Versadoras”, una agrupación de seis mujeres de distintos países interesadas por la décima y la música popular que escribieron el genial “Manifiesto Decimista Antipatriarcal”. Entre ellas, dos argentinas: la payadora cordobesa Araceli Argüello y la decimista Nayla Beltrán.
Nayla Beltrán, citadina y feminista
Esta licenciada en Música Argentina, profesora de viola y violín,, amante de la música surera, cantautora y música, nos cuenta como un día tocó el arpegio de milonga por primera vez “y sentí que ahí estaba el sentido de la vida, de lo que tenía que hacer”.
“¿Hasta dónde la tradición es permeable? ¿hasta dónde hay que seguir ciertos códigos y ciertos parámetros para poder practicar una tradición?”, se pregunta Nayla, que salió al rescate del sentido popular del criollismo que le fuera arrebatado por las elites locales en busca de un símbolo nacionalista como respuesta a la ola inmigratoria anarquista durante el centenario, apropiándose así de la figura del gaucho y ligándolo a un sentido conservador y elitista.
Citadina y feminista, abraza una tradición asociada a lo rural y patriarcal con su forma de decir y de cantar y le aporta una mirada de género desde un ámbito urbano, muy distante del rural, pero con una misma modalidad de vinculación en cuanto a la construcción identitaria que se da a partir del entorno y el espacio que se (nos) habita. De esta manera, Nayla Beltrán elaboró un repertorio que la representara.
De su pluma nacen décimas que abordan el feminismo, el amor en todas sus formas, el erotismo, la dictadura, las infancias, entre otros temas. Parte de ello fue plasmado en “Décimas féminas”, su libro (que también puede ser escuchado mediante los códigos QR). Alcanza con recorrer sus páginas para comprobar lo acertado de su decisión.
Araceli Argüello, payar el compromiso social
“Siempre me costó más hablar que cantar”, dice en declaraciones a la prensa esta joven de 28 años, licenciada en Lengua y Literatura, que cursa un doctorado en Letras y da clases de versificación e improvisación y que cuenta con el madrinazgo artístico de nada menos que Marta Suint. Su pasión por la guitarra y el canto se unieron a esta forma de expresión que es la payada y que define como “la forma de dejar mensajes con compromiso social”.
“Lo que se dice cantando muere al ser escuchado”, explica. Difícilmente piensen lo mismo quienes la hayan escuchado enfrentar en un contrapunto a un hombre que años atrás había dicho que ella cantaba lindo, pero que nunca podría payar. Cuando Araceli, entre versos, le recordó sus palabras, el señor se tuvo que disculpar.
Griselda Dominelli, dilemas humanos en payada
“Sin la poesía el mundo sería insoportable. Tenerla a la mano es una posibilidad de volcar todo conflicto, todo dolor, y también la felicidad. Es una manera de reflejar las emociones que nos afectan, para bien o para mal, y generar un hecho externo que libera y nos deja en un estado de paz. Además de la voluntad inconsciente de comunicar a través de la palabra”, así lo explica en declaraciones a la prensa la cantautora, poeta y decimista Griselda Dominelli que, además, es astróloga de profesión: “me he vinculado con cuestiones existenciales de las personas, dilemas humanos en la tierra, esas grandes preguntas que nos hacemos al vivir, y creo que mi poesía no sería así si no tuviera la huella de un ejercicio que practico desde hace 25 años”.
La niñez de Nahir mercado
La figura de Nahir trascendió públicamente cuando se la presentó en 2012 como la payadora más joven del país, por entonces con tan solo 10 años de edad. Sin embargo, en ese momento ya contaba con 5 de experiencia sobre los escenarios, haciendo alarde de una precocidad inusitada. «Yo al arte no lo elegí, en realidad él me eligió a mí. Yo acepté, le dije que sí y así estamos, andando por los caminos, conociendo lugares. Esto creo que pasó desde el día en que nací», decía. Si bien en la actualidad ya no recorre el camino de la payada, aunque sí el de la música, quedará en la memoria como un pequeño prodigio de la improvisación.
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