Los ídolos populares son siempre emergentes excepcionales de un entorno particular desde el que, al mismo tiempo y en un solo movimiento, despegan sin perder las raíces, pero en el caso de L-Gante a esa característica se le añade el todavía ingobernable universo de las redes sociales que potencian y magnifican lo bueno y lo malo.
El muchacho nacido el 5 de abril de 2000 en la localidad bonaerense de General Rodríguez bajo el nombre de Elián Ángel Valenzuela, detenido como imputado por amenazar y privar ilegalmente de la libertad a dos personas en mayo pasado, encontró en una de las variantes de la diversa música urbana la posibilidad de convertir una existencia de carencias y marginalidad en un fenómeno comercial sustentado en una verdad asumida en primera persona.
A partir de un género forjado en las calles, construido desde bases electrónicas que no precisan de erudiciones musicales y por tanto devenido en uno de los posibles ecos amplificados de ese entorno, L-Gante se distinguió al proponer variantes a ese estilo -como el RKT (con Papu DJ) y la Cumbia 420 (con Dr Bilardo)- para empezar a construirse un nombre propio.
Y si a mediados del siglo pasado Ramón “Palito” Ortega pudo pasar de cafetero y vendedor ambulante a estrella de la canción (en un tránsito que luego se diversificaría de lo empresarial al cine y a la política), L-Gante pasó de vender barbijos y sándwiches en los semáforos a alcanzar la fama, en 2020, con «L-Gante Rkt» en en colaboración con Papu DJ.
“Yo me acuerdo cuando grabé ese tema en casa que tenía una puerta que estaba rota y quedaba como abierta. En un momento, para grabar, aproveché que se había callado el perro del vecino, que había silencio y que no pasaba nadie por la calle. Con todas esas complicaciones, el haber llegado tan lejos es impensable mal”, le confesó a Télam un año atrás.
Ese primer impacto seguiría ramificándose de la mano de la «Music Sessions Vol. 38″ del exitoso productor Bizarrap, que en marzo de 2021 incluyó su grito de guerra “cumbia 4:20 pa’ lo’ negro’”.
Aún inmerso en algunos tironeos políticos acerca de si su éxito había sido fruto del emprendedurismo posibilitado por contar con una computadora cedida por los planes educativos estatales o no, la figura sonora y pública del cantante fue creciendo.
Su pareja Tamara Alves, su pequeña hija Jamaica y un puñado de presentaciones decoraron un camino de más lanzamientos que acrecentaron el impacto y ratificaron un ángel personal para convertir en oro el barro de la marginalidad expresado de manera cruda, directa, sin eufemismos.
Excesos, adicciones, sexismo, cosificaciones varias, aventuras nocturnas, violencia y la apoteosis de marcas de autos y motos forman parte de un menú temático sin maquillaje.
Sobre ese filo que es una postal del derrumbe concreto y simbólico de los sectores más pauperizados de la sociedad, L-Gante disfrutó de la posibilidad de ofrecer un multitudinario show gratuito en el predio de Tecnópolis en febrero de 2022.
Antes del espectáculo y como anuncio de la actividad el joven dijo: «Quiero transmitir que puede haber muchas cosas que te impulsan para adelante o para atrás y siempre está bueno tener un objetivo».
«Siempre se me da por transmitir los ideales míos, en la música, la letra, si bien en el inicio no me imaginaba a lo que podía llegar, que iba a llegar a tantas cosas y yo trato de transmitir que está bueno tener metas, sueños y aprovechar si te pueden dar una mano», agregó durante una conferencia de prensa.
Diez días después y durante la actuación que congregó a 45.000 personas, no tuvo empacho en mostrar dos de sus caras posibles: “Sin miedo al éxito y desde el barrio. L-Gante Keloke, argentino al ritmo pero del pueblo y no de los caretas”, desafió promediando el espectáculo.
Pero al final expresó: «Me hicieron llorar. Espero que lo hayan pasado completamente de diez y que lo hayan disfrutado. Antes que nada agradezco a cada uno de ustedes por el aguante. Y también a los que no les gusta lo mío pero tuvieron el valor de traer a los pibitos para disfrutar».
Hacia junio del año pasado recibió de manos de su discográfica Universal los galardones que acreditan los exorbitantes números logrados por los lanzamientos de “Tinty Nasty”, “Pistola”, “Malianteo” –el primero ‘Doble Platino’ y los otros dos ‘Platino’- y los dorados “Titubeo” y “Uno más Uno”.
Entonces y sobre su vida atravesada por la popularidad, señaló que estos dos años de ningún modo cambiaron su “forma de ser” pero que debió “adaptarse a vivir de otra manera”.
“Hay cosas con las que todavía lucho porque no quiero cambiarlas. A mí me gusta estar en mi casa del barrio, aunque capaz en algún momento se llene de gente y pierda un poco de privacidad. Es algo que a la vez se disfruta, así que no me quejo. Hoy todos conocen al L-Gante en todos lados: niños, adultos y ancianos, y está buenísimo», sostuvo.
En términos de carrera artística adelantó que “el objetivo es armar dos discos y proyectarnos, dar el paso grande», que implicaba lanzarse en otros países y confluir con artistas de otras regiones.
En esa onda expansiva, en noviembre último dio un nuevo paso al presentarse en la segunda velada de la primera edición del festival Primavera Sound en Costanera Sur compartiendo escenario con la mítica banda de cumbia Damas Gratis.
“Persigan sus sueños como lo hice yo. Enfocado en eso, se llega”, propuso cuando finalizaba una performance que así como incluyó al mundo popular suburbano en una cita de cuño europeo, también dejó en evidencia cuánto se modificaron los lenguajes expresivos de ese sector en las dos décadas que separan a Damas Gratis de L-Gante.
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