El presunto ataque con dos drones contra el Kremlin de esta semana dejó varias incógnitas sobre la autoría y la intención del hecho, pero también la certeza de que profundizará el conflicto con repercusiones tanto en el teatro de operaciones en Ucrania como en el objetivo de reforzar el apoyo interno, sobre todo en Rusia a pocos días de un tradicional desfile patriótico.
Los videos sin verificar que circularon en redes sociales mostraron una explosión sobre el techo en forma de domo de un edificio conocido como el Palacio del Senado, donde está la casa presidencial, en un horario de madrugada cuando Vladimir Putin no se encontraba allí.
Pese a esto, Moscú culpó a Kiev de cometer un «acto terrorista planeado y un atentado contra la vida del presidente de la Federación Rusa», mientras que el mandatario ucraniano Volodimir Zelenski negó que fuera responsable: «Combatimos en nuestro territorio».
Es cierto que Ucrania viene desarrollando drones de mayor alcance, especialmente el llamado UJ-22 Airborne: en febrero se informó de un avión no tripulado cerca de la ciudad de Kolomna, a unos 110 kilómetros al sureste de Moscú y el mes pasado se estrelló otro a 30 kilómetros de la capital.
Pero esto no termina de explicar cómo estos aparatos pudieron volar tantos kilómetros sin ser detectados y entrar al espacio aéreo del corazón político del gobierno ruso.
«Según la información disponible, es poco probable que Ucrania fuera directamente responsable. Si bien ha tenido cierto éxito en el uso de drones en Rusia, éstos fueron usados mucho más cerca de la frontera ucraniana, o bien contra objetivos que requieren menos precisión, como campos de aviación y bases militares», manifestó a Télam James Horncastle, profesor en Relaciones Internacionales de la Universidad Simon Fraser (Canadá).
«La distancia entre la frontera ucraniana y Moscú (al menos 400 kilómetros) y la precisión necesaria para un intento de asesinato, así como las numerosas medidas de radar y defensa antiaérea entre ambas, hacen improbable la capacidad de Ucrania para llevar a cabo una operación de este tipo», añadió.
Sospechas sobre el ataque
El Instituto para el Estudio de la Guerra, un think tank con sede en Washington que monitorea el conflicto en Ucrania, afirmó directamente que «es probable que Rusia organizara este ataque» y basó su afirmación en dos argumentos.
Por un lado, indicó que las «múltiples capas de defensa antiaérea» tendrían que haber detectado los drones y, además, notó la «respuesta inmediata y coordinada» de las autoridades rusas para que «los efectos políticos» del presunto ataque «superen el bochorno» que significaría un atentado en el mismísimo Kremlin.
«La rápida y coherente presentación de una narrativa oficial rusa en torno al ataque sugiere que Rusia escenificó este incidente muy cerca de la festividad del 9 de mayo, Día de la Victoria, con el fin de enmarcar la guerra como existencial para su audiencia nacional», aseguraron los analistas del instituto.
Para el próximo martes está previsto en Moscú un desfile militar para conmemorar el triunfo soviético sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, aunque en al menos seis regiones del país y en la anexada península de Crimea se postergaron los actos públicos bajo el argumento de preocupaciones por la seguridad.
No sería la primera vez que la guerra lanzada contra Ucrania se extiende hasta el territorio ruso: en las últimas semanas se multiplicaron los ataques de drones, sabotajes, y presuntos atentados.
El escritor Zajar Prilepin, firme defensor de la campaña militar del Kremlin, resultó herido este sábado por una bomba en su auto en la región rusa de Nizhny Novgorod, en un incidente similar por el que en agosto pasado falleció cerca de la capital Daria Duguina, hija de Alexander Duguin, un ideólogo nacionalista cercano a Putin
En tanto, a inicios de abril, un influyente bloguero militar, Vladlen Tatarski, también ferviente simpatizante de la ofensiva rusa, murió en una explosión en un café del centro de San Petersburgo, mientras que en octubre pasado, el puente que une Crimea con Rusia fue dañado por un camión bomba, en un ataque que Moscú atribuyó a Ucrania, aunque Kiev negó su implicación.
Si bien la mayoría de las narrativas sobre el incidente del Kremlin apuntan a una responsabilidad ucraniana o un operativo de «bandera falsa», una tercera opción es que haya sido un grupo opositor dentro de Rusia que buscó darle un mensaje a Putin, aunque sin evidencias concretas todo entra en el terreno de las conjeturas.
Las consecuencias políticas y psicológicas
Entre tantas incógnitas, una certeza es que este incidente atizará la guerra iniciada con la invasión a larga escala lanzada por Putin en febrero del año pasado.
En el terreno, traerá repercusiones en momentos en que Ucrania busca lanzar una contraofensiva para recuperar terreno controlado por las fuerzas rusas y cuando Moscú retomó los bombardeos masivos sobre varias localidades ucranianas.
En ese sentido, Kiev afirmó este sábado haber derribado por primera vez un misil supersónico ruso Kinzhal, durante una oleada de ataques de Moscú horas después del presunto ataque con drones al Kremlin, mientras que las autoridades prorrusas indicaron que interceptaron dos misiles balísticos ucranianos sobre Crimea.
El incidente contra el mayor símbolo político de Moscú también tendrá consecuencias políticas y psicológicas, sobre todo en el objetivo de Rusia de afianzar el apoyo interno a la guerra.
«El Kremlin utilizará el incidente de los drones para enviar dos mensajes, uno al público extranjero y otro a la opinión pública rusa. El primer mensaje retratará a Zelenski como fuera de control y animará implícitamente a los gobiernos occidentales a contenerlo en medio de los indicios de que los ucranianos se preparan para lanzar su contraofensiva», explicó Alex Brideau, líder de análisis sobre Rusia y Ucrania para Eurasia Group, una consultora especializada en la región con oficina central en Nueva York.
«El otro mensaje se dirigirá a la opinión pública rusa vinculando el ataque contra el Kremlin con la proximidad del Día de la Victoria, y utilizándolo para justificar aún más la invasión. La conmemoración y la imaginería relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, así como la descripción del gobierno ucraniano como un régimen neonazi, son partes importantes de la hasta ahora exitosa racionalización doméstica que hace Putin sobre la guerra», agregó en declaraciones a esta agencia.
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