9 de octubre de 2024

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El gran "artesano de las notas" cumple 80 y los festejará con su gran amada, la música

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Hugo Fattoruso una de las grandes figuras de la msica rioplatense
Hugo Fattoruso, una de las grandes figuras de la música rioplatense.

«Estoy enamorado como el primer día de la música. Estoy en problemas, no me puedo separar ni un minuto», aceptó entre risas Hugo Fattoruso, quien el 29 de junio cumplirá 80 años, y encontró en ese «amor por las notas» que siente el motivo por el cual el público «recibe alegría» al escucharlo.

«La música me gusta tanto que creo que le transmito ese amor por las notas a los que me invitan. Me imagino que es el efecto de la combinación de las notas, porque eso es imbatible», dijo en comunicación con Télam, sentado frente a su piano en su casa de Montevideo, mientras ejemplificaba con la melodía de «El día que me quieras» desde las teclas.

«En mi caso, la melodía es la ganadora. Encima tenés la oportunidad de ponerle letra…paf…una bomba. Y encima le ponés ritmo…bueh. Entonces, la música te gana. Yo eso lo llevo inconscientemente y me parece que eso genera en la persona que lo recibe una alegría. Esa es la música», sentenció.

No podría entonces esta figura preponderante de la música rioplatense celebrar de otra manera sus 80 años, que con una serie de conciertos, que tendrá su epicentro el 20 y 21 en el Teatro Solís de su ciudad, pero que el próximo viernes 2 y sábado 3 tendrá una suerte de adelanto en Bebop Club, del barrio porteño de Palermo.

Los festejos con el público argentino serán junto al Trío Oriental, el combo que completan el bajista Daniel Maza y el percusionista Fabián «Sapo» Miodownik, que ambos días realizará doble función, a las 20 y a las 22.45, y que estará mostrando el material de su homónimo disco, así como otros clásicos de su repertorio.

En cambio, para la celebración en Uruguay, Fattoruso planea reencontrarse con todos aquellos artistas con los que ha editado discos. Entre ellos, además del Trío Oriental, aparecen su actual dúo con Albana Barrocas, Rey Tambor, el Quinteto Barrio Sur, Laura Canoura, el japonés Yahiro Tomohiro, Leo Masliah, Lobo Núñez, Edu Lombardo y el bajista de la célebre OPA Ringo Thielmann, entre otros.

Esta suerte de «bandas eternas» del uruguayo se completará con la participación de sus cuatro hijos y de varios de sus nietos.

A pesar de sonreír cuando se le marca la comparación con el famoso show en el que Luis Alberto Spinetta repasó su recorrido artístico, Fattoruso es dominado por una mezcla de timidez e ingenuidad a la hora de hablar sobre la ascendencia de su música en la cultura uruguaya y latinoamericana.

«Yo no soy artista. Soy un artesano que trabaja con notas. Hay artesanos que trabajan con cuero, con madera, con vidrio. Yo trabajo con notas. Nunca podría ser un artista, no llego a eso, no me da. Yo, en el yunque, dándole. Ahí estoy, estudiando a ver qué consigo, a ver cómo es la cosa. Eso es lo mío», establece el responsable de Los Shakers, OPA y de una vasto catálogo clave junto a infinidad de artistas y en distintos formatos, que cruzaron la música popular con el lenguaje académica, con el jazz como gran conector.

«Mi padre arreglaba vitrolas, tocadiscos y radios, y le gustaba el jazz; mi madre era tejedora y escuchaba la radio oficial, que pasaba sin avisos música clásica, óperas, zarzuelas, canzonetas napolitanas. Y mi tío Tito, que vivía acá, era gardeliano. Yo me quedaba como el perro de la RCA Víctor adelante del parlante escuchando.» Hugo Fattoruso


Pocos días antes de su visita a Buenos Aires, en donde seguramente el 2 y el 3 le cantarán el Feliz Cumpleaños en Bebop, Hugo Fattoruso mantuvo una charla con esta agencia en la que quedó claro que entre él y la música hay algo más que personal.

-Has vivido una especie de mil vidas musicales. ¿Hay alguna época que se la favorita o sentís que hay un hilo conductor que hacen de cada una de ellas algo especial?
-Hay un hilo conductor. Uno de ellos es mantenerse distraído. También hay otro que es la pasión, en mi caso, la música, la combinación de las notas. Entonces, no veo pasar el tiempo, estoy en el hoy y haciendo lo mismo que ayer, que es las notas, el ejercicio, el pentagrama. Estoy en eso desde que empezamos a proponer algo, que fue con OPA porque antes, con Los Shakers no proponíamos nada, era un intento de copia de algo extranjero. Pero el hilo conductor es la música, es mi pasión y es mi profesión, y de un tiempo a esta parte estoy muy agradecido porque sobrevivo con mi pasión.

-No es la primera vez que escucho que tenés esa consideración sobre Los Shakers y no deja de llamarme la atención. Primero, porque es una banda unánimemente valorada por todos los rockeros de la región; y, segundo, porque el disco «La conferencia secreta del Toto´s Bar» tenía muchos rastros de música rioplatense, con tambores y bandoneón.
-Creo que fue un golpe de suerte que incorporamos eso pero lo hicimos inconscientemente, y lo hicimos también por pura pasión, de enamorados de esas cosas. Pelín tocaba muy bien el bandoneón. Hay tambor, ritmo de candombe, letra de candombe, pero candombe que yo llamo de combo, porque hay bajo eléctrico, es con batería. Lo que aportaron Los Shakers fue la melodía pero no era nada original. Era un intento de copia, eso no es de acá, del Río de la Plata. Es exactamente lo que digo, chau.

-Viviste en Estados Unidos, Brasil. ¿Cómo jugó esa información en tus búsquedas musicales?
-Yo creo que para cualquier persona, viajar va a tener un beneficio. En el caso de quien gusta de la música, hay puntos que realmente son un hervidero, por ejemplo, Nueva York. Para un músico, pasar por diferentes experiencias y correr la coneja, me parece muy bueno porque uno aprende y aprecia. Cada lugar es distinto porque son distintas islas musicales. En mi caso, me hipnotizan las diferentes músicas, me gusta el folclore tradicional. Desde niño me gusta la música folclórica y aquí en Sudamérica es muy fuerte. Por eso, si vienen unos pibes de Perú con guitarras eléctricas, pueden tocar fenómeno pero no es música peruana, porque en Perú hay una música autóctona fantástica. En Venezuela hay música pop, pero también tocan música de raíz.

-Precisamente, al apreciar tanto las tradiciones musicales, ¿cómo te sentís cuando tomás esas cosas y las incorporás a tu música sin ser nativo de esos lugares?
-Me da un poco de vergüenza pero, por otro lado, la música está para todos, nadie es dueño de nada y uno hace lo que puede. Yo presento algo que no inventé yo, pero lo hago con total honestidad, entonces no puede fallar. Y si falla es porque solo tengo eso para dar, entonces no puedo quejarme ni discutir; pero yo lo entrego con «tutti-frutti», le pongo todo lo que tengo.

-¿Mutó de alguna manera a través de los años tu amor por la música o el sentimiento hacia ella se mantuvo inalterable?
– Estoy enamorado como el primer día de la música. Estoy en problemas, no me puedo separar ni un minuto (risas). Siempre me sedujo la música pero yo me di cuenta que tocaba a los 14 años, antes estaba en blanco, leía partituras, escuchaba, pero estaba en blanco. Mi padre arreglaba vitrolas, tocadiscos y radios, y le gustaba el jazz; mi madre era tejedora y escuchaba la radio oficial, que pasaba sin avisos música clásica, óperas, zarzuelas, canzonetas napolitanas. Y mi tío Tito, que vivía acá, era gardeliano. Yo me quedaba como el perro de la RCA Víctor adelante del parlante escuchando.

-¿Y alguna de esas músicas la reconocés como tu favorita, tu gran base?
-Son muchas porque yo mamé eso. El tango me conmueve, los Beatles me conmueven, el tambor me conmueve. El candombe nació en esta ciudad, de los africanos que vinieron como esclavos, pero no es africano. Vos escuchás eso y es como el primer acorde de Piazzolla, que enseguida decís «Buenos Aires». Cuando escuchás el tambor de candombe, es Montevideo.

-Sos muy valorado por muchos grandes músicos. Por ejemplo, Luis Alberto Spinetta solía decir que eras uno de los músicos más grandes del mundo. ¿Cómo tomás esos elogios constantes?
-El cariño que recibo de diferentes avenidas me dan confianza. Voy más confiado al encuentro de una nueva canción o al encuentro del público. Yo entro muy confiado porque, si yo no sabía nada y a ese capo le gustó lo que hacía, sigo haciendo eso, tocando lo mejor puedo. No puedo hacer otra cosa.


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